Estar presentes también se aprende


December 22, 2025

Llegamos a estas fechas un poco justos. Final de cuatrimestre, clases que se cierran, evaluaciones, correos pendientes, reuniones que se alargan. Todo se acelera justo cuando el cuerpo y la cabeza empiezan a pedir pausa. No es nada excepcional. Pasa cada año. 
En docencia, solemos hablar de contenidos, competencias y objetivos de aprendizaje. Pero hay algo que atraviesa todo eso y que rara vez aparece en el programa: cómo estamos nosotros, y cómo estamos con los demás. En las profesiones sanitarias, aprender a estar presentes no es un extra. Es parte del trabajo, aunque no siempre sepamos ponerle nombre. 
Desde la psiquiatría sabemos bien que estas semanas no son fáciles para todo el mundo. La Navidad puede intensificar las emociones, remover las pérdidas y hacer más visible la soledad o el cansancio acumulado. A veces no se trata de grandes problemas, sino de llegar agotados, con poco margen, y aun así tener que seguir funcionando. Eso también lo vemos en consulta. Y, de alguna manera, también en las aulas. 

A veces una imagen ayuda a ordenar todo esto.
Nuestros estudiantes llegan al final del trimestre con mucho encima. Exigencia académica, incertidumbres personales, expectativas propias y ajenas. En clase hablamos de síntomas, entrevistas clínicas y tratamientos. Pero también observan otra cosa, quizá más importante: cómo escuchamos, cómo sostenemos el ritmo, cómo respetamos los límites. La docencia no es solo lo que decimos, es también cómo estamos. 
Por eso, antes de Navidad, tiene sentido recordar que cuidarnos y cuidar forma parte del aprendizaje. No desde el discurso perfecto ni desde la autoexigencia, sino desde lo cotidiano. Estar emocionalmente disponibles, aunque no estemos brillantes. Prestar atención a quien tenemos cerca y lo necesita, sin necesidad de grandes gestos. Aceptar que no todas las Navidades son idílicas, ni tienen por qué serlo. 
Quizá de eso va a enseñar también en salud. De transmitir conocimientos, sí, pero también de mostrar que la presencia, la escucha y el cuidado se entrenan. A veces en silencio, a veces con pequeños gestos. Y que llegar a las fiestas un poco cansados no es un fracaso, es simplemente humano. 
Ojalá estos días nos permitan bajar un poco el ritmo. Estar algo más presentes, con otros y con nosotros mismos. Aunque no aparezca en ningún temario, también eso se aprende.